Nos imaginé a todos en algún lugar por debajo del suelo, mal-cantando "Presos de Nuestra Libertad" y tatuándonos los unos a los otros nuestras frases favoritas en el brazo. Era sincero. Cualquiera se habría partido la cara por salvar el honor del que se sentaba a su lado. O el honor de las mujeres que nos habían abandonado.
A veces ser un hombre tiene las dos caras malas de las dos monedas: eres hombre y además varón. Hombre. Y eso implica una serie de mecanismos de defensa mútua y códigos maradonianos que cuesta romper. Somos así.
Aterrizaje forzoso
Hace 3 años
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